La red hidrológica

Las cuencas hidrográficas de Cataluña ocupan aproximadamente el 5,5% de la superficie de la Península Ibérica. El relieve montañoso de Cataluña produce un número relativamente elevado de cursos fluviales, pero la mayoría son de caudales escasos e irregulares, y que en muchos casos tienden a secarse durante los meses de verano. Casi todos los ríos son de vertiente mediterránea, excepto los ríos del Valle de Aran, que vierten en el Atlántico. Hay unos 30 grandes embalses, y un número elevado de lagos de origen glaciar en las partes más altas de los Pirineos. También podemos encontrar algunos lagos cársticos, como los de Banyoles, Montcortés y Basturs, y numerosas lagunas litorales y humedales en los estuarios de los principales ríos.

Los principales ríos, de norte a sur, son el Muga, el Fluvià, el Ter, el Daró, el Tordera, el Besòs, el Llobregat, el Foix, el Gaià y el Francolí, que constituyen las denominadas cuencas internas. El resto de ríos corresponden a la cuenca del Ebro y la cuenca del Garona. La cuenca del Ebro incluye el tramo final del río Ebro y la cuenca del Segre, con sus principales afluentes, el Noguera Pallaresa y Noguera Ribagorzana. La cuenca del Garona está situada en el extremo noroccidental y, tal como se ha dicho, es de vertiente atlántica.

Distribución de las especies

Las aguas continentales incluyen una gran diversidad de hábitats y ambientes, como ríos y lagos de agua dulce, y aguas de transición (desembocaduras de ríos, humedales y lagunas costeras), que tienen niveles más o menos elevados de salinidad por su proximidad al mar. Los principales factores que influyen en la distribución de los peces ael largo de las cuencas fluviales son la temperatura, la pendiente y el caudal. Según sus preferencias ecológicas, cada especie ocupa unos tramos u otros. En las cabeceras el número de peces es menor que en los tramos medios y bajos, cerca de la desembocadura. Este patrón general se ha acentuado con las introducciones de especies exóticas, la mayoría de las cuales tienden a ocupar los tramos bajos y de temperaturas más cálidas.

Ríos de alta montaña

En las partes más altas de los ríos, cerca de su nacimiento, la velocidad de la corriente es elevada debido al fuerte pendiente y las aguas son frías y bien oxigenadas durante todo el año. El sustrato está constituido por rocas y piedras grandes, con algunas zonas de grava en los pozos. Los peces característicos son los salmónidos, como la trucha común o la trucha arco iris en los lugares donde ha sido introducida. En los ríos del Valle de Aran también encontramos el cavilat.

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Ríos de montaña

A medida que el río pierde altitud la fuerza de la corriente es menor y el cauce está constituida básicamente por guijarros y gravas, aunque también podemos encontrar algunas rocas y áreas de arenas. En estas aguas las especies más típicas son el barbo de montaña (los ríos desde la cuenca del Besòs hacia el norte) y el barbo colirrojo (desde la cuenca del Llobregat hasta la Sénia, incluyendo la cuenca del Ebro). También se pueden encontrar la madrilla, el bagre, el lobo de río y, entre las especies introducidas, son frecuentes los piscardos y los gobios.

Tramos bajos

En los tramos más bajos de los ríos la corriente del agua es lenta o moderada y experimenta un mayor calentamiento durante los meses de verano. El canal fluvial es más ancho y a veces adopta un patrón meandriforme. En estos tramos el número de especies suele ser más elevado. Entre las autóctonas, las especies más típicas de estos ambientes son el barbo del Ebro y el pez fraile, aunque también el bagre y la madrilla pueden ser abundantes. Los peces introducidos frecuentes en los tramos bajos de los ríos son, entre otros, la carpa, la perca sol y el alburno.

Estuarios

Las desembocaduras de los ríos forman estuarios, deltas, humedales y lagunas litorales. En estas zonas el agua dulce de los ríos se mezcla con la del mar, formando unos ambientes de salinidad variable y de aguas bastante cálidas en verano. Las especies que más abundan son las lisas (mugílidos) y la anguila, y también son el hábitat típico de dos de las especies más amenazadas de la ictiofauna de Cataluña: el fartet y el samaruc. La gambusia y la carpa suelen ser las especies introducidas más extendidas en estos ambientes.